POESÍA






ODA A UN ÁRBOL SOLITARIO

En la copa frondosa del nido constelado
aletea la hermosura en los racimos estirados,
parpadean las cuerdas que titilan en el canto
del arpegio del cielo luminoso.

Cantan los cantares abanicando el viento,
mece la cuna del aliento su danza encumbrada
multiplicando el pan de los vientos en la boca de las alturas.

En tú ramaje se desliza la voz del frio
como el hilo del musgo se anuda trepando
en el abrazo despeinado con la carne raída
hasta la corona de la brisa, en el trinar elevado de la arboleda.
Poderoso oleaje erguido en la desnudes
de lo hermoso que moldea el encanto bellamente
alzado en lo puro.

Atrincherados en la altura socavando la soledad y el silencio,
sosteniendo el cielo con las sirgas en la albarda de su follaje, iluminando con sus istmos las estrellas en su color estelar.
Allí,
vaciando el vacío,
llenando de aire la cuenca poderosa del viento,
allí, allí adusto existe el habitante solitario,

Estirpe de toza en su armadura de piel tosca
se yergue majestuosa la escalada de la hojarasca
en la simiente rocosa.
Fruto que se anuda en la altura del vuelo elevado de la
belleza encumbrada en la cúpula nevada,
beso verde en el blanco en la pasión de la noche estrellada.

Rosa en el pétalo rocoso
levantado en el aire de la ola suspendida en el vuelo
del viento deshojado
te corono en el perfume del relámpago,
te bendigo en la savia derramada de tu cáliz trisado en el templo aéreo de la liturgia pétrea en la hora de la victoria final.


Sergio Piedra Azul
Sergio Carbullanca Nuñez

Derechos de Autor 2015





Que existe
en el vértice concupiscente
de dos rectas moldeadas?.

La convergencia
de las aristas del gozo
que suben lascivas
hasta la cúpula fulgurante del diamante?.

¿Crepúsculo y amanecer
donde perdemos la adolescencia?,

¿donde volvemos día tras día
para encontrarnos nuevamente
recorriendo las laderas
de nuestros montes,
hasta llegar al limbo,
a la vertiente socavada del sediento?.

Rosa de la vida, corola rosada,

¿que se esconde en la enredadera de su jardín?,

¿en sus pétalos germinales?,

polen perfumado de selva virgen.

Jardín de los colores
que los años tornan
maduro el fruto que embriaga.

¿Que se esconde en los brotes
del ramaje erecto,
que en su savia glorifica
el apogeo de la germinación
y el placer?

¿Que existe en el apocalipsis?

¿Es la agonía del perderte
y más nunca volver a tenerte?,

¿o es el renacer dentro, en tú paraíso?.

Vértigo en el vértice
de subir por las raíces
deshojando la mansedumbre del gemido,
bebiéndonos las gotas del deseo y
perdernos en las elevaciones y profundidades,
 en el estertor del clímax.

¿Que existe?,

dime,

¿que existe en el vértice de tú luna trisada?,

dime,

¿que existe en la humedad de tú luz?.



Sergio Piedra Azul